Un día nos podemos levantar de la
cama, nos duchamos y cambiamos de ropa, cogemos el coche, dejamos a nuestros
hijos en el colegio, vamos al trabajo, hacemos la rutina de siempre y, cuando
estás a punto de llegar, se atraviesa alguien que te mete el susto de tu vida,
haciéndote pensar que estás a punto de morir, pero te libras por un pelo. En
ese momento, es cuando empieza tu cabeza a recordar lo último que hiciste o le
dijiste a esas personas que quieres, lo único que puedes recordar es la última
vez que fuiste feliz o lo absurdo que fue el no decir lo que en verdad sentías
o querías que alguien supiese de ti… Es triste, pero desgraciadamente solo nos
acordamos de esas cosas cuando sabemos que nos pueden faltar o cuando pensamos
que nos iremos de este mundo... Es absurdo que solo recordemos las cosas buenas
que nos ha dado la vida cuando el miedo entra en nuestro cuerpo y nos deja
paralizados, no somos capaces de hacer esto cuando deberíamos haberlo hecho y
perdemos un tiempo que tal vez nunca vuelva… Alégrate todos los días de estar vivo,
de que por más mal que vayan las cosas tú aún estás en este mundo y tienes la
oportunidad de mejorar cada día, y no como a otros que por una enfermedad, un
accidente o el vivir en un país en guerra se les quita el privilegio de vivir…
A veces debemos recordar por qué hacemos lo que hacemos cada día, a veces
recordamos el olor y los besos de esa persona que cuando está a nuestro lado
nos regala la ilusión y nos sentimos seguros a su lado; a veces lo único que
necesitas es disfrutar de lo que la vida te da hoy, y no esperar a que tu vida
corra peligro para querer hacerlo de verdad…
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