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miércoles, 2 de noviembre de 2016

No esperes a que ocurra algo grave para que empieces a valorar tu vida...

Un día nos podemos levantar de la cama, nos duchamos y cambiamos de ropa, cogemos el coche, dejamos a nuestros hijos en el colegio, vamos al trabajo, hacemos la rutina de siempre y, cuando estás a punto de llegar, se atraviesa alguien que te mete el susto de tu vida, haciéndote pensar que estás a punto de morir, pero te libras por un pelo. En ese momento, es cuando empieza tu cabeza a recordar lo último que hiciste o le dijiste a esas personas que quieres, lo único que puedes recordar es la última vez que fuiste feliz o lo absurdo que fue el no decir lo que en verdad sentías o querías que alguien supiese de ti… Es triste, pero desgraciadamente solo nos acordamos de esas cosas cuando sabemos que nos pueden faltar o cuando pensamos que nos iremos de este mundo... Es absurdo que solo recordemos las cosas buenas que nos ha dado la vida cuando el miedo entra en nuestro cuerpo y nos deja paralizados, no somos capaces de hacer esto cuando deberíamos haberlo hecho y perdemos un tiempo que tal vez nunca vuelva… Alégrate todos los días de estar vivo, de que por más mal que vayan las cosas tú aún estás en este mundo y tienes la oportunidad de mejorar cada día, y no como a otros que por una enfermedad, un accidente o el vivir en un país en guerra se les quita el privilegio de vivir… A veces debemos recordar por qué hacemos lo que hacemos cada día, a veces recordamos el olor y los besos de esa persona que cuando está a nuestro lado nos regala la ilusión y nos sentimos seguros a su lado; a veces lo único que necesitas es disfrutar de lo que la vida te da hoy, y no esperar a que tu vida corra peligro para querer hacerlo de verdad…   

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