La vida es una lucha feroz cada día. Para evitar perder debes levantar la cabeza, echar los hombros hacia atrás, caminar con orgullo y saber curarte en soledad las heridas, que nadie te vea indefenso o débil… No te lamentes de las heridas que te ganes en cada pelea, felicítate por tenerlas, porque eso significa que sabes luchar y peleas por lo que quieres… Las cicatrices son tus marcas que, aunque no ganes, demuestran lo valiente que eres por enfrentarte a lo que te pongan por delante… Que no ganes una pelea no significa que no sepas luchar, así que nunca te rindas, ¡prohibido rendirse!
A veces te levantas con algún dolor, no solo físico, también del alma, esos son los que más duelen y los que menos valoran los demás, por eso solo te queda aguantarlo. Esperar a que se vaya por sí solo y a que la herida que lo ha causado vaya curando poco a poco. No hay soluciones ni respuestas rápidas, solo hay que respirar hondo y esperar a que se calme. La mayoría de las veces el dolor puede calmarse, pero a veces llega cuando menos te lo esperas, te da un golpe bajo y no te deja levantarte. Hay que aprender a aceptar el dolor, porque lo cierto es que nunca te abandona y la vida siempre lo hace más grande… Pero la vida sin dolor no es vida, porque, si te duele, es porque lo estás haciendo bien…
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