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viernes, 23 de septiembre de 2016

Dedicado a los que creen que por más fuertes que crean ser no son capaces de derramar una lágrima, y todo por vergüenza a que la gente vea que también son humanos…

Vivimos en un mundo en el que tenemos que andar con corazas, porque soportamos una lluvia de problemas de los que antes pensábamos que nunca sufriríamos… No importa lo fuerte, frío, calculador o estratega que seas o que finjas ser, los grandes problemas nos crean grandes cicatrices, grandes heridas, nos crean pesadillas y miedos que nos generan desconfianza en que podamos resolver las cosas que en el fondo sabemos que podemos resolver… Los miedos que encontramos en la calle nos siguen muchas veces a casa, de ti depende dejarlos en la puerta y evitar contagiar estos a tu familia o a tu pareja, ya que, si los dejas entrar, te podrán cambiar drásticamente la vida, a tal punto que puedes perderlo todo, incluido eso que tanto proteges… Los miedos complican nuestras vidas pero quizás ese sea su fin, el dolor, el miedo, la miseria. Quizás pasar por todo esto es lo que nos hace seguir viviendo para intentar cambiar cada día, y esto lo debes utilizar como empuje para no perder todo por lo que has luchado… La vida sin problemas sería un asco, pero la vida con tantos problemas parece una maldición, lo único que nos queda es saborear nuestros triunfos y asumir nuestras responsabilidades, para demostrarnos a nosotros mismos y a las personas que dudan de nosotros que podemos con todo y más. A partir de mañana tienes la oportunidad de demostrarlo… Derramar una lágrima es la demostración que tienes contigo mismo de que sientes igual que todos los que piensan que estás hecho de hielo… 

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